Monday, September 15, 2008


“Los emigrantes tienen derecho a una vida digna
Denisse Cepeda/de Listín Diario

Sonia Adames está en desacuerdo con los flujos migratorios, debido a que entiende que cada país tiene que garantizar su seguridad laboral y de vida. Sin embargo, considera que las condiciones de los trabajadores inmigrantes en el país, sobre todo los provenientes de Haití, deben regularse para determinar la cantidad de mano de obra y los sectores que la requieren. La subsidirectora del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes dijo que esa organización publicó en mayo un estudio sobre las condiciones laborales de los inmigrantes haitianos que trabajan en el sector de la construcción en el Distrito Nacional.
¿Considera que los flujos migratorios son perjudiciales o, en cambio, ayudan al desarrollo económico de un país?
Las migraciones tienen que ver con el problema de cómo se ha organizado la economía mundial. La implementación de un sistema económico de corte neoliberal genera grupos excluidos. No es el único factor, pero es fundamental y en República Dominicana, como país receptor y emisor de emigrantes, prima el factor económico. La gente le huye al hambre. Pero también se dan problemas sociopolíticos, culturales y de inviabilidad del país. Los emigrantes haitianos, por ejemplo, vienen a trabajar, a buscarse la vida y lo hacen en sectores económicos que le ofrezcan las posibilidades. En este caso la mano de obra haitiana es fundamental para la economía y la sustentación del sector construcción.
¿Qué opina de las políticas migratorias que se están debatiendo y cómo deberían establecerse?
Esto obliga a pensar el tema de las migraciones como algo integral como lo propone el Consejo Nacional de la Empresa Privada. Nosotros defendemos el derecho a no migrar, lo que implica que el estado de cada país, sobre todo el de emisores de emigrantes, garantice a todos condiciones de vida dignas en su territorio. Sería ideal que no haya migración por razones económicas, pero si se da porque se necesita en sectores determinados, los estados tienen que asegurar un estatus legal a esta población para que acceda a derechos. Medidas como las que se han tomado en Europa, en España por ejemplo, donde se otorga por contratos de trabajo es una forma de regular los flujos migratorios. En el caso de República Dominicana eso no se ha hecho, por lo cual es necesario que el país se tome en serio el tema de la migración, que determine cuánta mano de obra necesita, que reconozca ese aporte económico, establezca los parámetros sobre los cuales se harán estos desplazamientos y asegure los derechos de los trabajadores. La persona que emigra tiene derecho a vivir en condiciones dignas.
¿Cuál es el problema de República Dominicana?
El problema es de institucionalización y de que se centra en el rostro de la persona que migra, es decir, no se debe focalizar la problemática sólo en el emigrante, sino también en los empleadores, que las leyes se cumplan en todos los sectores para que sea integral.
¿De dónde deben proceder las medidas?
De la legislación internacional y de la nacional. Pero fundamentalmente es el Estado el que tiene que legislar y asegurar que las leyes se cumplan. Nosotros estamos propugnando por que el Estado firme la convención de 1990 que regula los derechos laborales de los emigrantes en condiciones irregulares.
¿Qué medidas serían adecuadas si una persona está irregularmente en el país?
La gente que está trabajando debe regularse. Se debe determinar cuántos se necesitan y en cuáles sectores. En algunas áreas la mano de obra haitiana desplaza a la dominicana, pero porque a esos sectores económicos les interesa tener trabajadores en situación de ilegalidad, ya que es un ejército de reserva que da al traste con la media de salario que deben tener. A partir de ahí las reglas de cruce deberían estar claras, pero en la frontera se da otra mafia, el país no está en condiciones de resolver el problema haitiano, pero como país vecino debe funcionar un real estado de derecho y una real política migratoria basándose en los derechos humanos. Pueden ponerse muros en Estados Unidos, alambradas en España, pero la gente va a migrar cuando tenga hambre.
¿Puede el país garantizar una mejor vida a los inmigrantes?
Si el país estuviera en condiciones entonces los dominicanos no se fueran a otras naciones a buscar una mejor vida. Este es un país rico con bastantes posibilidades de organizarse y de tener mejores niveles de vida para todos. Sin embargo, es una de las naciones con mayores niveles de desigualdad en América Latina y el mundo. Esto debería analizarse dentro del sistema económico nacional.
¿Por qué se rechaza a los inmigrantes haitianos y se aprueba a los que vienen de otros países?
Cuando hay países limítrofes y hay uno más pobre que otro es muy probable que la nación que tiene más posibilidades económicas defina su identidad en relación con lo que no es el otro país. En República Dominicana se ha configurado una identidad en cuestión de lo que no es haitiano, es decir, no somos negros porque negro es el haitiano desde la cosmo visión que tenemos. Se ha construido una identidad en la cual, en vez de construir relaciones interculturales, se niega al otro y se ve como amenaza. Por eso en nuestras casas nos decían: si te portas mal te llevará el haitiano.
Entonces, el haitiano es el malo, el feo y si entendemos también que lo “negro” es inferior a lo “blanco”, es peor. El país es por lo general muy acogedor con el extranjero, pero hay relaciones de superioridad e inferioridad por la historia política y económica de cada pueblo. La sociedad dominicana no es racista por esencia, pero se ha montando una ideología que hace pensar que el haitiano es nuestra amenaza, lo cual ha sido promovido por intelectuales de la nación.
Trayectoria
Sonia Adames Núñez es licenciada en humanidades y filosofía y magíster en ciencias bíblicas. Posee amplia experiencia en educación popular y trabajo de base, en organizaciones populares y eclesiales. Durante 18 años perteneció a la Congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario. Su línea de investigación en los estudios bíblicos combina el análisis de la biblia con temas de carácter sociológico, político, antropológico y filosófico, con una visión latinoamericana. En el ámbito social es investigadora en temas relacionados con la migración en y desde República Dominicana. Trabaja los ejes transversales de clase social, raza y género desde una opción clara con los excluidos y excluidas.

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