Monday, September 15, 2008
Sugieren al Gobierno adquirir la casa en la que vivió Luperón
Por José Antonio Torres/El Nacional
El Gobierno tendrá que adquirir primero y restaurar después la vivienda donde vivió y murió hace 109 años el héroe de la Restauración de la República, general Gregorio Luperón.
La casa, ubicada en la calle 12 de Julio, de Puerto Plata, se ha convertido en refugio de indigentes debido al progresivo estado de deterioro en que se encuentra, al ser prácticamente abandonada por los herederos del héroe restaurador.
Esta mañana el ex presidente de la Comisión Presidencial de Efemérides Patrias, licenciado Marcelino Ozuna, dijo que durante su gestión intentó adquirir el inmueble pero que los herederos exigían una cantidad de dinero exagerada.
En tanto, la subsecretaria de Cultura y directora de Patrimonio Cultural, Lourdes Camilo de Cuello, pidió a la directiva del Patronato Pro-casa de Luperón acercarse a Cultura a fin de realizar gestiones conjuntas a favor del proyecto.
En Puerto Plata viven al menos tres descendientes del general Luperón y extraoficialmente se dijo que la vivienda había sido declarada de utilidad pública durante la gestión del entonces presidente Hipólito Mejía, cuando también se conformó el Comité Pro Casa de Luperón.
Uno de los miembros del Comité, Carlos Manuel Sinke, dijo que se reunieron varias veces con los herederos del general Luperón, pero que la burocracia estatal impidió que la operación para adquirir el inmueble se ejecutara.
La vivienda se ha convertido en un peligro público, ya que puede caerse debido al mal estado de su estructura de madera podrida y zinc desgastado por el óxido y el paso del tiempo.
En lo que hoy es una humilde y destartalada casa murió el 21 de mayo de 1897, a los 58 años, el general Luperón, quien había regresado enfermo desde Saint Thomas.
La vivienda, pintada de verde con ribetes blancos, tiene cuatro puertas al frente, las mismas que usaba Luperón cuando vivía en Puerto Plata luego de sus años de gloria.
Las dos puertas centrales permanecen cerradas con candado, la tercera con una tabla con clavos y la última está abierta permanentemente debido a que da acceso a la escalera que lleva al segundo nivel.
La madera de las escaleras está tan podrida que nadie se atreve a subir por ellas, por temor a un derrumbe. Lo mismo pasa con lo poco que queda de la baranda del segundo nivel.
Del techo de zinc tampoco hay mucho qué decir, debido a que sólo es útil en días soleados, ya que cuando llueve se convierte en coladera.
En la parte frontal de la casa ondea la Bandera Nacional y una tarja de la Comisión Nacional de Efemérides Patrias informa que allí murió Gregorio Luperón el 21 de mayo de 1879.
Eugenio Morrobel, un anciano nativo de Puerto Plata, se autoasignó la labor honorífica de vigilar la casa. A cambio disfruta de una estancia gratuita en ella.
Una vieja butaca escolar de hierro con un cojín marrón que alguna vez fue gris, es uno de los pocos ajuares de la casa en que habitó quien una vez fue el dominicano de mayor influencia en el país.
El único reflejo de que en esa casa habitó una familia es el medidor de electricidad que fue desconectado a causa de una deuda por 2,215 kilos de energía consumidos y no pagados.
La última familia que habitó esa vivienda fue la de Bienvenido Martínez (Merunte) y su esposa Antonia, ambos ya fallecidos.
Por José Antonio Torres/El Nacional
El Gobierno tendrá que adquirir primero y restaurar después la vivienda donde vivió y murió hace 109 años el héroe de la Restauración de la República, general Gregorio Luperón.
La casa, ubicada en la calle 12 de Julio, de Puerto Plata, se ha convertido en refugio de indigentes debido al progresivo estado de deterioro en que se encuentra, al ser prácticamente abandonada por los herederos del héroe restaurador.
Esta mañana el ex presidente de la Comisión Presidencial de Efemérides Patrias, licenciado Marcelino Ozuna, dijo que durante su gestión intentó adquirir el inmueble pero que los herederos exigían una cantidad de dinero exagerada.
En tanto, la subsecretaria de Cultura y directora de Patrimonio Cultural, Lourdes Camilo de Cuello, pidió a la directiva del Patronato Pro-casa de Luperón acercarse a Cultura a fin de realizar gestiones conjuntas a favor del proyecto.
En Puerto Plata viven al menos tres descendientes del general Luperón y extraoficialmente se dijo que la vivienda había sido declarada de utilidad pública durante la gestión del entonces presidente Hipólito Mejía, cuando también se conformó el Comité Pro Casa de Luperón.
Uno de los miembros del Comité, Carlos Manuel Sinke, dijo que se reunieron varias veces con los herederos del general Luperón, pero que la burocracia estatal impidió que la operación para adquirir el inmueble se ejecutara.
La vivienda se ha convertido en un peligro público, ya que puede caerse debido al mal estado de su estructura de madera podrida y zinc desgastado por el óxido y el paso del tiempo.
En lo que hoy es una humilde y destartalada casa murió el 21 de mayo de 1897, a los 58 años, el general Luperón, quien había regresado enfermo desde Saint Thomas.
La vivienda, pintada de verde con ribetes blancos, tiene cuatro puertas al frente, las mismas que usaba Luperón cuando vivía en Puerto Plata luego de sus años de gloria.
Las dos puertas centrales permanecen cerradas con candado, la tercera con una tabla con clavos y la última está abierta permanentemente debido a que da acceso a la escalera que lleva al segundo nivel.
La madera de las escaleras está tan podrida que nadie se atreve a subir por ellas, por temor a un derrumbe. Lo mismo pasa con lo poco que queda de la baranda del segundo nivel.
Del techo de zinc tampoco hay mucho qué decir, debido a que sólo es útil en días soleados, ya que cuando llueve se convierte en coladera.
En la parte frontal de la casa ondea la Bandera Nacional y una tarja de la Comisión Nacional de Efemérides Patrias informa que allí murió Gregorio Luperón el 21 de mayo de 1879.
Eugenio Morrobel, un anciano nativo de Puerto Plata, se autoasignó la labor honorífica de vigilar la casa. A cambio disfruta de una estancia gratuita en ella.
Una vieja butaca escolar de hierro con un cojín marrón que alguna vez fue gris, es uno de los pocos ajuares de la casa en que habitó quien una vez fue el dominicano de mayor influencia en el país.
El único reflejo de que en esa casa habitó una familia es el medidor de electricidad que fue desconectado a causa de una deuda por 2,215 kilos de energía consumidos y no pagados.
La última familia que habitó esa vivienda fue la de Bienvenido Martínez (Merunte) y su esposa Antonia, ambos ya fallecidos.
Publicado por Pablo Graciano Cruz en 2:02 PM
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